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Finalmente Videla, Menéndez y gran parte de su banda de represores fueron condenados hoy en Córdoba ,y esta en si misma es una noticia que no solo reconcilia a gran parte de la sociedad con una idea de justicia real y tangible sino que además, otra vez, echa luz sobre la importancia que tienen -históricamente hablando- los años de lucha que decenas de organizaciones de derechos humanos, sociales, sindicales, estudiantiles y políticas llevaron adelante para que este día se concretase.
Por otra parte las condenas tienen también otras lecturas que ya en ocasiones anteriores hemos remarcado aquí pero que es bueno subrayarlas nuevamente: buena parte de los hoy condenados mantuvieron sus privilegios durante largos años, y muchos, antes de convertirse en "mano de obra desocupada" aportaron sus habilidades para que ciertos políticos locales con chapa de democráticos ejercieran un control con puño de hierro sobre los conflictos sociales y gremiales que se desarrollaron desde el 83 en adelante.
El caso más notorio es sin dudas el de Menéndez quien no solo siguió asistiendo a actos oficiales hasta bien entrados los años 90 sino que además mantuvo casi toda su estructura de cómplices encastrados dentro de los dos principales partidos políticos, cuarteles del ejército y policía.
Uno de los miembros más notables ahora de su "equipo" era el comisario Carlos Yanicelli (hoy condenado junto a su jefe) quien a pesar de tener una larga serie de denuncias por su participación en distintos grupos de tareas de La Perla, terminó desarrollando su particular estilo de represión y persecución ideológica convocado por el hoy diputado Oscar Aguad cuando éste era ministro de Ramón Mestre.
A Aguad nunca le importaron los antecedentes delictivos de Yanicelli porque estaba decidido a sacarles el jugo articulando un aceitado aparato policial que contemplaba el espionaje político, el hostigamiento permanente a dirigentes sociales y una notable inclinación por convertir cada marcha importante en una batalla callejera campal.
Pero seamos sinceros las responsabilidades de complicidad no le corresponden solamente a Aguad, ya que en las administraciones de De la Sota, Yanicelli, quien ya se encontraba bajo la lupa de la justicia -pesando sobre él una prisión preventiva- fue protegido casi con conmiseración y se le permitió cumplir su detención en la Guardia de Infanteria donde nadie controlaba ni sus salidas ni sus reuniones, pero donde además era tratado como un oficial en ejercicio con todos los privilegios de su rango.
Esto es bueno tenerlo presente porque el actual gobernador Schiaretti cumplió un rol destacado dentro de la gestión delasotista (primero como Ministro y después como Vice) y no puede decir bajo ningún aspecto que desconociera quien era Yanicelli y cuántos de sus propios compañeros fueron secuestrados y torturados por el policía en cuestión. Por eso nos atrevemos a plantear que en cierto sentido no importa cuántos museos de la memoria inaugure Flequillo ni cuantas veces vaya en peregrinación al predio de La Perla, él también carga sobre sus espaldas la mochila de pertenecer al "Partido Cordobés" que cimentó su poder enlazándose fuertemente con todo lo que sedimentó la pasada dictadura y que mantiene gran parte de su esencia en una increíble cadena de silencios, medias verdades e importantes muertos en el ropero.
Recordar estos detalles no es menor porque sirve en primer término para dimensionar hasta que punto es corrupto el sistema bipartidista que gobierna Córdoba desde hace décadas y en segundo lugar es útil para evitar caer en la trampa dadivosa de los gorilas que se visten de seda, pero gorilas quedan.
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